Verbo
Soy una mera condenación saltando al vacío, una convulsión hecha de entrañas, un abismo transmutado, un sustantivo que ya no se sostiene sin lenguaje. Soy solo la nada que me ladra, una definición ambivalente buscando precisión, el acento de unas manos atestadas de conciencia, los extremos de una inercia que descomunal proyecta atraparme.
Él el embrión que gesta la vida, la matriz incontestable del ser, el origen primero de la existencia anterior, la raíz de la que germina la posibilidad perpetua de lo intangible. Él el extremo que inherente batalla y voluntario se encierra, el renacimiento de una noche sin luna, la subversión de una simetría inmortal, la omnipresencia de quien todo lo abarca.
Él, el verbo.
Yo, la nimiedad que camina ansiando su absoluto.